Prevención

El riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares se relaciona con la personalidad y una vida no saludable.

Si usted es una persona que se estresa con facilidad, tenga cuidado: puede ser más perjudicial para su salud de lo que cree. Si bien no hay evidencia científica que asocie directamente el estrés con las enfermedades cardiovasculares, los médicos recomiendan «que la gente se estrese lo justo; no es bueno para la salud de nadie», concreta Carlos Macaya, presidente de la Fundación Española del Corazón y jefe de Cardiología del Hospital Clínico.

El experto explica que una persona muy estresada, que no sabe cómo gestionar sus problemas o la desbordante carga de trabajo que tiene en su vida puede conducirle a padecer mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares (infartos, ictus, insuficiencia cardiaca…).

Pero recuerda que es la personalidad de cada persona (y no la profesión o el tipo de problemas que tenga) lo que hace que alguien se estrese más que otro. «El tipo de personalidad del paciente es clave. Hay gente con una personalidad de tipo «A», que responde a personas muy nerviosas, que se angustian de forma irrazonable independientemente de lo estresante que sea su profesión, y también están las de tipo «B», que serían las opuestas», explica Macaya, recordando la clasificación que hace más de 50 años hicieron los cardiólogos Meyer Friedman y Ray H. Rosenman.

«La idea del empresario con más estrés que el resto de la humanidad y mayor riesgo de infarto es un mito. ¿Un parado no tiene estrés?», ironiza Macaya.

Sin embargo, la personalidad no lo es todo. El hecho de que una persona estresada pueda tener más riesgo de infarto, por ejemplo, tiene que ver también con el tipo de vida que llevan estas personas. «Suelen ser fumadoras, precisamente por el estrés, y si lo dejan empiezan a comer para combatir la ansiedad derivando en mala alimentación y obesidad, todos factores de riesgo cardiovascular», apunta Macaya. A estos factores, se añaden también el sedentarismo (poco ejercicio físico), la hipertensión, el colesterol, los antecedentes familiares, o una edad avanzada.

Cómo combatir el estrés.

«Todas las profesiones tienen estrés, no hay unas que lo tengan más que otras, aunque es cierto que hay personas con mucha responsabilidad en las labores que realizan. Por ejemplo, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tiene una responsabilidad muy alta, pero es una persona tranquila y lo lleva bien. Sí es cierto que hay situaciones complicadas, por ejemplo, el cirujano que para un corazón y luego lo tiene que poner en marcha. Hay médicos que han entrado al hospital para dedicarse a la cirugía cardiaca y lo han tenido que dejar. Pero el profesional tiene siempre que adaptarse y superar las situaciones límites», apunta Macaya.

El estrés actúa en el cuerpo produciendo catecolaminas, sustancias que aceleran el corazón y generan el estado de alerta. De hecho, hay muchos fármacos y drogas que elevan el nivel de catecolaminas.

Macaya recomienda, aparte de visitar al médico, desarrollar herramientas para combatir el estrés. «Uno mismo tiene que plantearse si vale la pena estresarse. ¿Voy a conseguir algo mejor haciéndolo? Hay que hacer razonamientos mentales para combatirlo, crear hipótesis y relativizar».

«Hay que acostumbrarse a la tensión para hacer este oficio».

Iñaki Jiménez tiene 46 años y hace 13 que es bombero. Durante más de una década ha realizado todo tipo de trabajos: desde salvamentos en altura, pasando por atender accidentes de tráfico, apagar grandes incendios o conducir el camión de bomberos y llevar a sus compañeros allí donde se les requiere.

«Es un trabajo atractivo, que te da tiempo libre pero que, sobre todo, te permite ayudar a la gente. Desde luego, también es muy peligroso, sobre todo cuando entras a una vivienda a apagar un incendio y hay gente en su interior». Iñaki explica que cuando no hay personas en peligro, solo se tiene que limitar a evitar que se propague el fuego, «pero cuando hay alguien dentro no puedes apagarlo porque llegarías a provocar que la gente en su interior se queme. En esos casos tienes que aprender a controlar el estrés porque si no corres el riesgo de que suban las pulsaciones, uses más aire de la botella de oxígeno y no puedas hacer tu trabajo», explica este bombero de la Comunidad de Madrid. Para él, el estrés empieza cuando, estando de guardia, suena la sirena a las cuatro de la madrugada. «Jamás he tenido problemas de salud por este trabajo, pero en esos momentos se te acelera mucho el corazón. Durante el día, es algo menos estresante, siempre que no se produzcan incendios con gente dentro o accidentes de tráfico con personas atrapadas». Iñaki cuenta una triste experiencia que vivió al tener que sacar el cuerpo sin vida de una chica joven del interior de un coche. «Recuerdo que tenía su cara frente a la mía e hizo un ruido con la boca. Se me puso la piel de gallina», lamenta. Siendo padre, reconoce que se le hace muy duro auxiliar a niños atrapados en accidentes de tráfico y lo mismo siente cuando se trata de gente mayor involucrada. Sin embargo, asegura que la experiencia te enseña a controlar los nervios. «Desde luego que no reacciono igual que cuando empecé. Te haces más duro y una vez que has terminado tu trabajo puede que le des vueltas a lo sucedido, pero cada vez sucede con menor frecuencia. Tienes que aprender a controlar el estrés porque si no estás perdido». Sin embargo, cuando le toca conducir el camión, vuelve a aparecer el estrés. La seguridad no solo se proporciona a las posibles víctimas, también tienen que tenerla ellos. «El conductor debe estar siempre atento para saber por dónde y cómo circula. No se puede olvidar que lleva a sus compañeros y que hay que llegar lo más rápido posible». Este bombero concluye que lo importante es «acostumbrarse a la tensión para poder hacer este trabajo». Explica que los años le han permitido también perder el miedo. «Vas donde se te reclame siempre con mucho respeto, porque hay situaciones realmente complicadas».

«Jugarte el salario en cuestión de minutos es muy estresante».

Jorge Labarta es analista y operador en los mercados financieros por cuenta propia y director de empresas de Bankia en Navarra. Lleva 19 años en el sector y tiene muy claro que es la personalidad la que determina el estrés en el trabajo y en la vida en general. «Depende de la actitud de cada uno. Pero es importante saber que en una profesión como la mía buscar adrenalina puede ser una trampa mortal. Es el peor error que se puede cometer. El que lo hace como hobbie debería buscar otra cosa», asegura. En su caso, cuenta que el estrés es mayor cuando se hacen operaciones intradía, es decir, aquellos movimientos en bolsa que se realizan en una misma sesión bursátil, en el mismo día y en muy poco tiempo. «Hacer operaciones en cuestión de minutos, puede ser muy estresante. Depende de los riesgos que asumas, pero hay gente que puede estar jugando desde 500 o 2.000 euros en pocos minutos. Jugar el equivalente a dos salarios es muy agobiante», admite Labarta. Otra opción es cerrar operaciones en 15 o 20 días. «Yo he optado por estas, también por una cuestión de resultados». Labarta compara su trabajo con otras profesiones. «Si trabajas por cuenta ajena te puede ir mejor o peor, pero la nómina llega. Habrá meses mejores o peores pero siempre hay alguna compensación. En este oficio puedes hacer más horas que nadie y aún así perder dos meses de sueldo». Este «trader» cuenta que ha aprendido a convivir con el estrés. Aunque reconoce que es fundamental para ello hacer vida sana. En su caso, opta por el deporte, un buen descanso y la práctica del mindfulness. Se trata de una forma de meditación que permite calmar la mente y focalizarse en el presente.

«La desactivación de bombas se vuelve habitual».

Raúl ha trabajado para el ejército español dedicado a la desactivación de bombas. Realizó operaciones en Afganistán, Bosnia, Líbano, Nicaragua, Honduras, etc.Cuenta que el proceso de selección para este tipo de trabajos es muy duro, no solo por la parte técnica sino también psicológica. «Quieren ver tus reacciones, cómo respondes al estrés». Raúl reconoce que la instrucción recibida y la experiencia permiten normalizar un trabajo de esta envergadura. «Haces de tu trabajo algo habitual, lo ves como un reto, estás adiestrado para ello». A su juicio, «lo peor es cuando tienes que desactivar una bomba adherida a una persona o cuando se trata de instalaciones como hospitales. Ya no es por el hecho de jugarte la vida sino por la responsabilidad civil que conlleva».

«Soy una privilegiada pero en política hay mucha velocidad».

Marta Martín Llaguno tiene 44 años y es diputada de Ciudadanos. Antes de entrar en política, se dedicaba a la Universidad; de hecho es catedrática. Ambos trabajos le han otorgado mayor perspectiva que a otros a la hora de comparar el estrés de diferentes profesiones. «Me siento una privilegiada, porque hago un trabajo precioso, pero es cierto que en política hay mucha velocidad, no sabía la cantidad de horas que se hacían, por lo menos en mi grupo parlamentario. Más que estrés, creo que el problema es la cantidad de horas de exposición pública, en la que apenas hay momentos de desconexión. Cuando estás en el Congreso y en una Comisión no dejas de estar frente a las cámaras». Esta diputada cuenta que dedica doce horas diarias a su trabajo. Tiene un hijo de seis años, que vive en Alicante. «Voy los fines de semana, pero al final asistes a reuniones o preparas cosas para la semana». Cuando murió la socialista Carme Chacón, pese a deberse a una cardiopatía congénita, confiesa que le impactó porque tiene un hijo de la misma edad de la que fuera ministra de Defensa. Ese día recibió la llamada preocupada de sus padres. «Sé que debo cuidarme más, comer mejor y dejar de fumar», confiesa.

Fuente: ABC.es.

Tema: Riesgos Laborales.

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(Bilbao)