Los hospitales atienden a su personal para evitar el burn out y el estrés postraumático y a los enfermos y familiares, pero también hay consultas para quien lo necesite.
“Cuando vimos el impacto de la epidemia en China y sobre todo en Italia, ya nos planteamos que sería necesario un apoyo psicológico. Los profesionales de la salud manejan constantemente el estrés, la urgencia, la angustia ante la enfermedad y la muerte, pero esta situación es excepcional, muy compleja. Además del número de pacientes, en las UCI, se necesita intubar a muchos, se hacen algunas sedaciones… Y lo mismo en otros servicios, el personal está preparado pero esto supera lo habitual”, explica Josep Antoni Ramos Quiroga, jefe del servicio de Psiquiatría del hospital Vall d’Hebron de Barcelona.
Este centro público ha habilitado un amplio servicio de apoyo psicológico para su personal, para sus pacientes y familiares y también para cualquiera que lo pida (véase su web coronavirus.vallhebron.com) al ser centro de referencia para incidentes múltiples (emergencias, atentados…) Pero la mayoría de hospitales ofrecen apoyo, así como otras instituciones, clínicas de psicología… El hospital del Mar, por ejemplo, ha reactivado la unidad que funcionó cuando el atentado en la Rambla en 2017.
Psiquiatras y psicólogos de Vall d’Hebron ofrecen consultas presenciales, telefónicas y por videoconferencia a su personal. Dos psicólogas hacen sesiones de mindfulness con los trabajadores de UCI tras cada turno. A los profesionales les cuesta sobrellevar emocionalmente que la gente muera, el volumen de enfermos, sienten angustia por volver a casa y contagiar a sus familias, no tener el material de protección suficiente les estresa… cuenta Ramos Quiroga.
La Fundación Galatea (creada por el Col.legi de Metges de Barcelona), que ofrece atención a profesionales de la salud (en el teléfono 935678856), ha evaluado las consultas: el 45% son casos de ansiedad y estrés ante el riesgo de contagio, miedo a enfermar y dejar al equipo en la estacada, a transmitir el virus a familiares… Por eso hay médicos o enfermeras que se alojan en hoteles para no volver a sus casas.
Otro 13% de consultas son de profesionales que están en cuarentena o sin saber si son positivos y les come la angustia. Otro 11% son trastornos del estado de ánimo, depresión, porque se sienten impotentes ante tantas muertes de pacientes. Y el resto son otras consultas diversas, explica Toni Calvo, director de la Fundació Galatea.
La plataforma telemática de esta Fundación se prevé ampliar, junto a otras instituciones, a toda España; dará cabida a que psicólogos y psiquiatras de otras autonomías también atiendan consultas de profesionales del ámbito de los cuidados.
Quienes más consultan son la enfermería y las médicas, aunque también lo hacen desde trabajadores sociales hasta psicólogos. Precisamente, el Colegi de Psicologia de Catalunya participa en Galatea y tiene asimismo otro teléfono de atención para cualquier ciudadano que lo necesite: 649 756 713.
Teléfonos de Apoyo a Familiares de Enfermos o Fallecidos.
El Ministerio de Sanidad y el Consejo General de Psicólogos han activado asimismo tres teléfonos de apoyo para familiares de enfermos o fallecidos (91 700 79 89); para profesionales que atienden a afectados por el Covid-19 (91 700 79 90) y para la población general (91 700 79 88).
El hospital de Sant Pau barcelonés, además del teléfono para su personal, les ha hecho una guía en que se recomienda, entre otros aspectos, que descansen bien, saber qué harán durante la jornada, salir de vez en cuando a la calle para no perder el ritmo día/noche, técnicas de respiración, que no se salten comidas y sigan una dieta sana sin abusar de azúcares ni de estimulantes (cafeína…), que no recurran a sustancias como el alcohol o la marihuana para reducir el malestar emocional porque luego les pasará factura y que hablen con familiares y amigos, a poder ser gente empática y que no vea las cosas negativamente, según explica Quim Soler, psicólogo del Sant Pau.
Desde los servicios psicológicos se aconseja también a los profesionales que se cuiden, que se monitoricen, que vigilen si se sienten agitados, irritables, si tienen insomnio, si reviven experiencias dramáticas…
O se les dice que no se saturen de información sobre la epidemia y que intenten desconectar. La web de Vall d’Hebron, por ejemplo, recoge mensajes de ánimo a los trabajadores.
“El apoyo psicológico busca reducir el burn out (que no se quemen) ahora, porque necesitamos a nuestra gente fuerte, y a la vez prevenir futuros casos de depresión, ansiedad y estrés postraumático –explica Ramos Quiroga–. Los profesionales están achicando agua de la barca, no piensan mucho en ellos ahora, pero no sabemos qué factura les pasará la situación. Dependerá de la vulnerabilidad de cada uno”.
Natàlia Artigas, psicóloga del equipo de los hospitales Trueta y Santa Caterina de Girona, también cree que habrá casos de estrés postraumático. El equipo que coordina ella integra incluso al capellán del hospital, católico, pero que también busca guías espirituales de otras religiones si algún paciente o familia lo pide.
A la web de Vall d’Hebron, entre las consultas de población general llegan por igual las de jóvenes preocupados por el impacto de la epidemia que las de gente mayor. ¿Qué haces si te llama un señor de 81 años, que te dice que su mujer tiene 75, que los hijos hacen teletrabajo y no pueden estar mucho por ellos y el matrimonio dice sentirse en el corredor de la muerte porque se dice que la Covid-19 ataca sobre todo a gente de más de 80 años?.
Pues a estas personas hay que rebajarles la angustia, explicarles que las estadísticas dicen que tener 70 u 80 años no significa que vayas a morir, que muchos no mueren, detalla Ramos Quiroga.
El médico, que dirige la comisión de innovación de su hospital, señala que telemedicina está ayudando mucho al permitir llegar a mucha más gente. Por ejemplo, hacen mucha consulta telefónica, videollamadas, para el seguimiento de sus pacientes habituales, al reducirse las visitas a consultas externas, a los hospitalizados en casa…
También se habla diariamente con las familias de pacientes. Si una muestra más ansiedad se la suele derivar al servicio de atención psicológica. Artigas explica que en el Trueta utilizan tabletas para que los pacientes hagan videollamadas o reciban mensajes de sus familiares, que no se sientan aislados emocionalmente, aunque lo estén físicamente.
Grupo Vulnerable.
Un grupo vulnerable son los familiares de enfermos que fallecen, pues en muchos casos casi no pueden despedirse. Se les hace acompañamiento al duelo para que éste no se convierta en patológico. Pero Soler y Artigas coinciden en que es muy probable que entre estos familiares aparezcan también casos de estrés postraumático.
Otro grupo complejo son quienes ya eran pacientes de salud mental (con esquizofrenia, depresión bipolar…). Se les mantienen el seguimiento, las visitas, las urgencias. Los primeros días de la epidemia, según Ramos Quiroga, se redujeron sus visitas, pero ahora han aumentado y llegan más graves.
Muchas familias no saben cómo manejar a estas personas en el confinamiento. El psiquiatra recomienda que no pierdan el contacto con sus médicos, que vigilen que no se deje la medicación y que les ayuden con pautas para entretenerse en casa, que hagan actividades para reducir la ansiedad.
En los centros creen que se deberá seguir haciendo mucho seguimiento y labor terapéutica cuando acabe la epidemia. Y se preparan para ello, manteniendo en parte las consultas, organizando grupos…
Algunas reacciones en las personas ante una situación de epidemia/pandemia.
Ante una situación de epidemia/pandemia, es habitual que las personas se sientan estresadas y preocupadas. Con reacciones esperables durante el periodo de cuarentena o aislamiento como:
- Miedo a enfermar y/o morir.
- Evitar acercarse a centro de salud por temor a infectarse, aunque no requieran atención.
- Temor a no poder trabajar durante la cuarentena o el aislamiento.
- Preocupación por no generar ingresos y/o ser despedido de su trabajo.
- Temor a ser excluido socialmente si es puesto en cuarentena, estigma por la enfermedad.
- Sentirse impotente por no poder proteger a sus seres queridos, y miedo a perderlos.
- Temor a la separación de sus seres queridos debido a la cuarentena o aislamiento.
- Sentimientos de impotencia, aburrimiento, soledad y tristeza.
- Miedo a vivir la experiencia de una epidemia previa u otras situaciones críticas.
Estas situaciones son estresantes, pero esta pandemia tiene algunos estresores específicos que pueden afectar, entre ellos:
- Riesgo de ser contagiado y contagiar a otros.
- Síntomas comunes con otros problemas de salud (fiebre, tos…) que pueden confundirse con COVID-19 y temer haber sido contagiado sin estarlo.
- Madres, padres y cuidadoras pueden preocuparse ante la suspensión de clases y necesidad de dejar en casa a los niños y niñas, sin la compañía y apoyos adecuados.
- Riesgo de empeorar de su salud física y mental en personas vulnerables y que dependen de cuidadores, caso de que estos sean puestos en aislamiento, y no cuenten con otros apoyos, como es el caso de personas mayores en situación de dependencia y personas con discapacidad.
Los trabajadores de primera línea en salud (enfermeras, médicos, auxiliares, conductores de ambulancia, trabajadoras de limpieza) pueden tener otros estresores adicionales en la pandemia:
- Riesgo de estigmatización hacia quienes trabajan con pacientes con COVID-19.
- Las medidas estrictas de bioseguridad tienen algunas consecuencias:
– Cansancio físico por el uso de equipos de protección personal.
– Aislamiento físico que dificulta dar confort y apoyo a quienes están afectados.
– Constante estado de alerta y vigilancia con procedimientos estrictos.
- Entorno laboral más demandante, con aumento de horas de trabajo y de pacientes.
- Pocas posibilidades para recurrir a su red de apoyo social por sus intensos horarios.
- Temor a contagiar a amigos y familiares al estar expuestos al virus por su trabajo.
El mantenido miedo, preocupación y los estresores en la población por el COVID-19 pueden tener consecuencias a largo plazo en las comunidades y familias como el deterioro de redes sociales, dinámicas locales y fuentes de ingresos económicos; el estigma de discriminación hacia grupos asociados al contagio, según su nivel económico, nacionalidad, etc. hacia personas contagiadas; desconfianza de la información dada por las autoridades; riesgo de discontinuidad de cuidados de las personas con trastornos de salud mental, etc.
También puede haber experiencias positivas en algunas personas, como encontrar formas de afrontamiento y resiliencia. Frente a crisis las personas pueden experimentar una gran satisfacción al ayudar a otros. Las actividades comunitarias durante un brote de COVID-19 puede incluir tanto mantener contacto con personas aisladas a través del teléfono o redes sociales como compartir mensajes con información veraz hacia quienes no usan las redes sociales.
Prevención – Vídeo: Síndrome del Quemado (Burn Out).