En un momento u otro, tanto en la vida como en la empresa, hay situaciones en las que hay que pasar por un conflicto. Los conflictos son indeseables, inevitables e intrínsecos a las relaciones. Pero en palabras de Renato Tagiuri “El conflicto es inherente a la vida social”. Por este motivo, resulta fundamental saber cómo enfrentarse a ellos de forma adecuada, ya que pueden complicar mucho una relación con alguien o un negocio. Dependiendo de cómo se trate, es posible conseguir darle la vuelta y volver a la normalidad, tener una temporada de mucha tensión, e incluso, si se alarga y no se resuelve, llegar a cerrar o disolver una empresa.
Es importante tener claras algunas ideas a la hora de enfrentarse a un conflicto, a través de los siguientes consejos:
Resolver el conflicto lo antes posible.
En algunos casos es mejor evitar el conflicto si el tema no es demasiado importante y dejarlo pasar para no perder fuerzas y energías. Pero en el caso de que sea un tema relevante, hay que plantearse el conflicto y buscar una solución lo antes posible, antes de que se pueda complicar más o de seguir más días, semanas o incluso meses arrastrando el problema. Cuanto antes mejor.
Ponerse en el lugar de la otra parte.
Muchos conflictos pueden resolverse simplemente escuchando a la otra persona o personas implicadas. Sabiendo qué piensa y los motivos que le llevan a estar desacuerdo o en contra. Se trata de escuchar y empatizar, porque como decía el poeta argentino Hilario Ascasubi “Las cosas no se ven como son, las vemos como somos”.
No buscar culpables, buscar soluciones.
Relacionado con el consejo anterior, no se trata de ver quién tiene la culpa o qué ha hecho quién si no, cómo se puede llegar a buen puerto y solucionar el conflicto. En ocasiones cuando se empiezan a sacar los trapos sucios es cuando surgen más complicaciones. En este sentido, no meter a terceras personas para decidir quién tiene o no razón, la mayoría de ellos se posicionarán y no tendrán en cuenta por igual a las dos partes. La opinión de una pareja, amigo o familiar, siempre será mucho más emocional que racional, lo cual complicará la negociación.
Ser práctico y no perder los nervios.
Exponer claramente los argumentos y el punto de vista, explicando en qué se está de acuerdo y en qué no. Todo esto intentando no perder las formas, porque en el momento que se pierden las formas se pierde la razón. Es fundamental no permitir que los nervios se apoderen de la situación, ni empezar a gritar y tampoco recurrir a amenazas o agresiones verbales (y mucho menos físicas).
Ser flexible.
Comprender que para llegar a un acuerdo todos deben ceder o al menos deben tener la predisposición para hacerlo. Si una de las partes se encierra en un no a todo, lo más probable es que no se llegue a ninguna solución.
En el siguiente vídeo se muestran dos formas diferentes de resolver un mismo conflicto:
Fuente: Santander Universidades.
Tema: Riesgos Laborales.
Precoin Prevención SL